29 de agosto de 2007

La palabra del papa ¿Es palabra de Dios?

En el Vaticano estaban reunidos
una multitud de fieles afligidos,
querían purgar sus pecados
para en el paraíso ser aceptados.

Entonces el representante de Dios en la tierra salió
y una ovación se escuchó.
Deseaban que sus palabras los ilumine
y darle en sacrificio dos o tres pibes.

Entonces el papa dijo: “Culo”
y el cielo se nubló.
Dios desenfrenado
de la risa se cagó.

¿Qué lo llevó a hacer esta declaración?
Ahora llueven soretes sin compasión.
Las iglesias son las más damnificadas
por dentro y por fuera de mierda están rodeadas.

A la virgen María una sonrisa se le escapó,
pero al niño Jesús los oídos le tapó.
Él le contesto “Vieja no seas tarada,
cuando pierde Racing escucho cosas más zarpadas”.

El santo que está más modernizado
el discurso del papa en su fotolog ha publicado.
Su libro de visitas está saturado
“Gracias San Expedito” se lee en todos lados.


28 de agosto de 2007

La Chica Fugazzeta

Esta poesía es para la chica fugazzeta,
no porque sus besos sabían a cebolla,
la turra no me dejo ni tocarle una teta,
y en mi mano me salió otra ampolla. (y mucho menos la argolla)*

Igual esa no era mi intención,
ni tampoco jurarle amor eterno.
Sólo ponerle un poco de emoción
y pasar un momento tierno.

Su discurso revolucionario
de disfrutar lo fugaz
es digno de un canario
que se esta a punto de suicidar.

Romper con la tradición
de retrogradas relaciones sociales
tiene toda mi admiración
hay que destruir esos males.

Pero esta no fue la ocasión
¡Mirá que loca que sos!
Gritás por la liberación
y me condenás a la masturbación.

*Opcional. Elija el verso que le parezca más apropiado para la ocasión y su nivel de susceptibilidad.

26 de agosto de 2007

Mentime! Aunque sea mentime

No creo que me tilden de nostálgico por añorar los tiempos en que el rock estaba a la vanguardia social y cultural; que los músicos eran artistas con una sensibilidad notablemente superior al del resto de los mortales; que poseían una capacidad admirable para dejar caer en su letras la crítica a un sistema que corroía el espíritu de millones de personas, y les abría una luz de esperanza. No creo que me tilden de eso, simplemente porque no se puede añorar algo que nunca existió. ¿Vos extrañás volar como un pájaro? ¿Mirás con tristeza la pérdida del buen juego del Racing de Mostaza? Bueno, es más o menos lo mismo. Pero, aunque sabía que era mentira, me gustaba creer un poquito. Casi que lo necesitaba. Es difícil entregarse a una expresión artística cuando sabés que el artista tiene la lucidez de una señora con ruleros que baldea la vereda todas las mañanas (sin ánimo de ofender me chupa un huevo si se ofenden). Porque ni siquiera es estar de acuerdo. Por ejemplo: ¿se puede disfrutar de la obra de un artista ideológicamente opuesto, de una mierda de persona? No se me ocurre ningún caso ahora, pero hipotéticamente no veo por qué no. Mientras me demuestre un rasgo de trascendencia, mientras haya algo que me genere un mínimo de admiración, algo que rompa de alguna manera con la media, algo que vea en él y no vea en el chabón que vive al lado de mi casa.

Entonces el pibe de acá abajo, al que le gusta escribir cuentos (cuando lo veo sé que me miente, pero yo le creo, creo que tiene talento, después descubro que es mentira, pero leo los cuentos digo "que grosso", hay algo ahí que no hay en otro lado), me pregunta: "cuando una estrella de rock dice que 'le parece bueno lo que hizo Duhalde' durante su gobierno, ¿sigue siendo una estrella de rock?"

-En principio que es infinitamente mejor que el presidente haya sido Kirchner y no Menem. Por otro lado me parece bueno lo que hizo Duhalde, por ejemplo. Cuando Duhalde agarró la manija, le quemaba a todo el mundo, todos rajaban, y el tipo, sea como sea, por más que haya participado del derrocamiento de De la Rúa, agarró la manija y después la dejó, tal como dijo que iba a hacer.

-Bueno, en el medio se cargaron a Kosteki y Santillán...

-Sí, pero de todas maneras me parece que el tipo cumplió con una cantidad de cuestiones. En cuanto a Kirchner, el tipo es un gran administrador; lo que no sé es si es un gran visionario. Por otro lado, creo que Macri gana por algo, porque en un punto la gente necesita acción. Y Macri tiene la imagen del empresario que hace. (1)

Sí, después dice que hay cuestiones de fondo que el gobierno no solucionó, como la pobreza, la educación. Pero a) ya me cansé de transcribir; b) esas cosas no forman parte del "pero" que, casi como un detalle, le sigue a los halagos, estos son lo suficientemente importantes como para obnubilar el resto y como para andar pensando en que "siempre se dice lo mismo, ya suena viejo, ¿no?" Pero se cargaron a dos piqueteros, y el tipo sigue contestando como si nada. Sí, bueno, pero hizo cosas buenas. Flor de pero pasaste por alto, papi.

Es difícil afirmar con soltura que el rock argentino en algún momento de su historia tuvo una dosis de contracultural. Es, por lo menos, discutible. Pero ya ni te pido, Ciro, que te rebeles contra algo, sólo que la caretees un poco, aunque sea mintiendo, que mantengas el mito.

Ya me parece que la independencia y el hecho de no hacer publicidad para anunciar sus shows no tiene que ver con una actitud de confrontación contra el mercantilismo de la industria cultural, sino con ahorrarse los gastos de management.

(1) Diálogo entre Andrés Ciro Martínez y Pablo Plotkin, "La última cruzada", revista Rolling Stone, agosto 2007.

No Soy La Palmera
Soy El Bombón Asesino
aunque Blogger no lo quiera.
Ya te la vamos a dar Putote!
!

El Novio

Le llegó un mensajito de texto, era del Cabezón, hacía bocha que no lo veía, desde que se había puesto de novio con Mica ya no salía tanto con los pibes. Es más, se dio cuenta que el Cabezón no llegó a conocer a Micaela; esa manía que tienen algunos de ponerse de novio y apartarse del grupo en vez de tratar de integrarla. Como si alguno fuera a robársela, si son todos amigos desde pibes, jamás se les pasaría por la cabeza siquiera.

El Cabezón le preguntaba si salían está noche a tomar un par de birras, para recordar viejos tiempos, aparte otro de lo pibes del grupo, Javier, hacía rato había cumplido su sueño de tener un bar propio. Bob’s Bar, le puso ese nombre porque era su apodo, le decían Bob, por el dibujito Bob Esponja, no era que se parecía, sino que chupaba como una esponja. No se jugaban mucho a la hora de poner sobrenombres: El Cabezón, Bob, Yuyo, Zarate (sin flexionar ningún músculo podía rascarse el tobillo), el Sifón, y ahora a él le habían puesto El Novio.

Llamó a Mica, le preguntó si no tenía ningún problema de ir a lo de Javy con el Cabezón, ella no estaba muy interesada, y no dio el brazo a torcer hasta que él le prometió que los próximos 48 Domingos iba a ir comer a lo de sus padres y no miraría fútbol de primera hasta que Racing salga campeón. Una vez cerrado el trato le devolvió el mensaje al Cabe y acordaron encontrarse ya adentro del bar esa misma noche a las doce de la noche, ya que más temprano no podía porque tenía que llevar a Mica al recital de Chayenne.

- ¿Qué Haces Cabe? Tanto tiempo sin vernos, te presento a Mica.

- ¡Hola! - le dijo ella, y antes que el cabe acercara la cara para darle un beso ella le dio la mano.

- ¿Cómo andás? Por fin te conozco, el novio hablaba mucho de vos, hasta que no lo dejaste ir más a los partidos del martes. ¡Jajaja!

- Te dije que ella no tiene nada que ver, no fui más porque me lesioné

- La lesión más larga de la historia, ni el Tete Quiroz se lesionó tanto.

- ¡Eh! No te metás con el Tete, con los ídolos no se jode. Hablando de ídolos me acordé que vos tenías la pieza llena de postres del burrito. ¿vamos a tomar un tinto?

- Gil. ¿Por qué hiciste esa asociación? ¡Jajaja! El chabón tiene problemas serios, pero ya va a salir adelante y va a volver a ser el de antes.

- Si, el borracho que no juega al fútbol.

- Bueno, dejémonos de hablar de fútbol que tu chica se aburre.

- Yo no soy de nadie.

- Era una forma de decir, mi amor.

- Bueno, pero yo no soy de nadie. Tengo calor ¿me comprás algo de tomar?

- Está bien mi amor. ¿Me acopañás Cabe? Y de paso saludamos a Javy.

- ¡Dale!

Y los dos se alejaron de la mesa donde quedaba Mica sola. Mucho no le gustó a El Novio dejarla ahí, es muy celoso, no soporta que nadie se le acerque a hablar, y si cuando volviese algún baboso le está merodeando él iría al choque. Pidieron una cerveza negra y para Mica un Daikiry de Futilla, Javy no los dejó pagar y ellos no insistieron mucho, lo tomaron como lo que les correspondía porque Bob cuando salían y hacían compras colectivas de alcohol siempre tomaba más que el resto. Dejaron las cosas en el mostrador, y antes de volver a la mesa pasaron por el baño.

- ¡Che cabe! está mejor Javier, ¿No?

- Sí, muchísimo mejor. Menos mal que la conoció a la July, y lo rescató, sino ahora estaría en una reunión de alcohólicos anónimos invitando a una vieja borracha a tomarse un Legui.

- ¡Jajaj! Copada la July, encima es linda.

- Sí no sé, ya es como una amiga más.

- ¿Y Mica que te pareció?

- Mmm, no sé. No hablamos mucho.

- Pero ¿es linda? ¿Te gusta?

- Sí, le chuparía todas las tetas carnosas a la muy perra.

25 de agosto de 2007

El Calor de una Triste Tarde Fría en el Parque


I

Había ido al parque. Es un buen lugar para leer. Uno nunca llega a compenetrarse totalmente con el texto (en realidad no hay ningún lugar donde me pase eso) pero se disfrutan más esos momentos en los que apartas los ojos de las palabras. Hay muchas más cosas para mirar que en el escritorio de mi casa, y eso es decir mucho, cuantas veces me dedique a casar a todos mis G.I. Joe con las muñequitas de mi hermana. Y a la hora de analizar la situación que te rodea se te agudizan los sentidos, por aquella pequeña práctica intelectual que llevás a cabo.

Tenía entre mis manos un texto de Michel De Certeau, de la materia Seminario de Cultura Popular y Cultura Masiva, La Belleza de lo Muerto: Nisard; analizaba la cultura popular de fines del siglo XVIII, y decía algo así como que cuando los intelectuales la estudiaban la mataban, le quitaban su esencia, o algo por el estilo, dije que no estaba muy inmerso en la lectura. Espero que en la clase de hoy me despejen las dudas.

Atravesé las carcelarias rejas que encierran al Parque Centenario, y como siempre miré con miedo hacía dentro de esas garitas que están en las puertas, parecen esas torres de vigilancia que rodean las penitenciarias. Caminé un par de metros esquivando los charcos de agua y cuando encontré un asiento libre me senté. No era de lo mejor, no tenía respaldo, y pronto la sombra de un árbol me iba a quitar el poco sol que se asomaba en esta triste tarde de invierno. Antes de sacar las fotocopias de la mochila (jamás un libro en sociales) derrame una mirada sobre la inmensidad del parque.

Una mujer rubia de rulos, sentada en el cordón que separa el pasto del camino que rodea el lago, abrigada con una campera de jean con corderito, tomaba mate sola. Me tenté a preguntarle si quería que la acompañase, pero agudice la vista y descubrí que esa dulce mujer que había despertado mi atención era más bien una señora que no tentaba a romper prácticas sociales, seguí siendo un extraño que no le ofreció compañía. Por detrás de ella, se escuchaba el ruido de unas guitarras, que sólo llegaba a mí en el instante que en mi mp4 pasaba de un tema a otro; no logré saber qué tocaban y mucho menos si lo hacían bien. Aunque esto difícilmente lo podría haber descubierto aún si no estaba escuchando música.

Más alejados, a mis espaldas, venían sonidos de algo que pretendía ser una batucada, me molestaba porque a veces sonaban más fuerte que mis auriculares. Diagonal a mi posición, unos treinta metros dos jóvenes intercambiaban caricias, a el se lo veía más juguetón que a ella, y por lo que vi cuando se iban y pasaron frente mío tenía con que jugar.

Los bancos que rodean el espejo sucio de agua, tenían todos personas encima. No discriminaban, individuos de diferentes edades y sexos apoyaban sus traseros. En las escalinatas de enfrente del lago había un grupito dándole a los verdes. Tres pibes y tres pibas. Me detuve un rato a observarlos, para ver si eran de la facultad, cualquier excusa valía para evitar agarrar lo que tenía que leer; y aparte es como un hobby ver gente joven y tratar de imaginarme que estudian (algunas personas coleccionan estampitas).

Ahora llegando al final de la descripción del estado de cosas que vi en el parque, descubro que casi olvido a dos personajes estelares en esta historia. Eran los primeros en los que había depositado mi mirada apenas me senté. Dos chabones de alrededor de veinticuatro años, lo que mi hermana, que votó a Macri, llamaría “dos negros cabezas”. Ropa deportiva que parecía que hacía un par de años no se sacaban, tal vez en ellas encontraban su identidad. Uno con campera rompevientos negra, peladito con un mechoncito morocho que alguna vez Palermo popularizó, pero rubio; el otro buzo bordo, de esos que usaba para hacer gimnasia en la secundaria. Estaban recostados sobre una escultura, una obra de arte difícil de describir para alguien que como yo entiende poco sobre el tema, pero me voy a arriesgar postulando que era: Un juego de formas femeninas desnudas, algunas de cuerpo entero y otras que se perdían hacía el centro, con unas especie de mantas que las envolvían, algo así como un esperpento, desagradable a la vista que se erigía frente al lago.

Yo hubiera apostado que estos dos tipos estaban fumando marihuana. No sólo porque tengo problemas con el juego y apuesto sobre cualquier cosa, sino que si yo fumaría, ese lugar sería perfecto. El campo visual que posee te permitiría divagar sobre ciento de personajes y hechos que le dan ese gustito tan especial al parque.

II

Finalmente, después de terminar con mi obsesiva necesidad de perder el tiempo viendo a mi alrededor, me puse a desasnar. Mientras navegaba sobre el turbulento mar de frases que chocaban en mi cabeza como olas y se iban sin dejar rastros, pensaba en ella. ¿Quién es ella? siempre hay un “ella”, para qué ponerle un nombre si tal vez en una semana, un mes o varios años ese “ella” cambie su contenido.

Ya faltaba poco para terminar cuando veo que un banco con respaldo se había desocupado. Me dirigí a él, prometía al menos media hora más de sol, y aparte se encontraba a escasos metros del lago, del centro del parque, del escenario de donde se presentan las obras más atractivas que hacen de la cotidianeidad un hecho que nunca se repite. Me senté y en mis oídos ya sonaba No Te Va Gustar. En está posición se había aumentado mi capacidad perceptiva del lugar, pero antes de ampliar mi análisis, respiré profundo y decidí hacer un esfuerzo: Terminar mi lectura. Y sin mucho sudar, lo logré, aunque en el último párrafo haya puesto releer, mis ojos habían pasado sobre él con una displicencia digna de competir en algún campeonato internacional de displicencia.

III

Antes de pasar a mi siguiente lectura, todavía me quedaba, y me queda, mucho por leer, le di libertad a mi vista y a mi mente para que vuelen un rato por ahí. Me llamó mucho la atención una adolescente, de pelo lacio largo, muy largo y muy lacio. Llevaba puestos unos pantalones violetas, bastante gastados, grandes como una sábana. En si llegué a la conclusión que esa prenda de vestir era el hijo no reconocido entre el jogging y las polleras de bambula. Divagando un rato volví hacía mis años de estudiante secundario, si alguna de mis compañeras hubiera tenido ese look, seguramente me habría caído muy bien, tanto que en la ebullición adolescente me habría enamorado.

Corrí los pies para que pueda pasar una joven madre con su hijo. Cambié el ángulo de visión, y reencontré a los chicos de la escalinata. Las tres pibas que tomaban mate mantenían una coherencia estilística: seudohippie - fanas de los piojos. Pero los pibes eran muy diferentes, uno hasta estaba tomando Gatorade. Otro pasaba desapercibido, no tenía señas particulares, es más detrás de los otros dos parecía un segundón. Y el tercero era bastante peculiar, parecía uno de esos negros que aparecen en los vídeos de Hip-Hop de 50cent, con la única diferencia que no era negro. Boina de pimp, buzo cangurito, tres talles más grande, anillos en todas las manos y barba recortada que iba por lo límites del rostro hasta morir en un chiva bastante trabajada. Otra señora, ahora con su hijo en un carrito, volvía a hacer que me reacomode. Las chicas habían desaparecido, ya no me interesó seguir observándolos.

Una mina se ponía en posición para sacarle una foto a un pato del lago, y eso me llevó a disertar sobre la presencia de animales en el medio de la ciudad. Cuando digo animales exceptuó a perros y gatos, que ya están tan socializados que deben odiar la ciudad tanto como yo. En cambio los patos no, esa vida seudo silvestre que tienen me atrapa, es como un golpe de aire puro entre tanto smog. Puede que magnifique el fenómeno, ya que el pato es un animal de granja, y su libertad dura tanto como una latita de paté en mi casa, pero no me importaba quedar como un exagerado porque sólo hablaba con alguien que acababa de inventar en ese instante, un amigo invisible. Tal vez a la señora que intentaba sacar la foto le pasaba lo mismo; quería llevarse ese recuerdo para verlo y sentir ese golpe de aire desde el confort del hogar.

Pero ese pibe que estaba en las escalinatas, con su boina, se le pasaba por delante ¡Qué molesto!, la gente no se da cuenta que ya desde fines del siglo XIX la fotografía es una cuestión de segundos ¿qué le costaba esperar? Pero no, él avanzaba, caminaba como uno de esos matones de los videos clips, y por un ratito se me fue el enojo y me reconfortó que mi primera impresión se acercaba mucho a la realidad. Hacía ademanes con la mano, como invitando a pelear a alguien, delante de él no veía a nadie. Movía su boca como si estuviera gritando. Detrás venía el segundón, con su campera de baseball verde, su compinche en esta bravuconeada. Caminaban hacía la estatua.

IV

- ¡¿Qué andás boqueando?! ¡¿Te la bancás?! Vení puto.

Y yo, ahora que quiero reconstruir todas las palabras me doy cuenta que no me saqué los auriculares. Vi todas las imágenes con sonidos que no le eran propios.

El Hiphopero se plantó frente de los dos pibes que para mí degustaban de un porro. El compinche los rodeo por atrás de la escultura. Los hizo pararse. La gente que estaba sentada por ahí empezó a huir, por fin se callaban las guitarras. Por los movimientos comprendo que la cosa era entre el Hiphopero y el Peladito, y el segundón se le planta al otro, el del buzo bordó, el amigo del que para mí tenía que pedir perdón y retirarse integro; por medio de gestos le dice que ellos dos estaban fuera del combate.

El Hiphopero ni siquiera se sacó la boina, lucia muy seguro de su victoria. Se puso en posición de pleito, muy poco profesional, con los puños por delante de su vientre y dando saltitos muy ridículos para atrás, ni Facundo Arana hubiera imitado tan mal a un boxeador. Pero nunca dudé que iba a ganar la pelea, no se le caía una gota de nerviosismo, él y su compinche habían ido a buscarlos. Y todo indicaba que le iban a dar su merecido con sus posiciones altaneras, y así vengarse por haberlos boqueado.

El peladito, ya me había conmovido por su valentía, ya que se dirigía a algo que parecía consumado de antemano. Flexionó su cintura, tiró su torso para el frente, puso los puños por delante de la cabeza, y se abalanzó hacía el hiphopero. Ya tenían la atención de todo el parque, eran los protagonistas del día.

Entablaron batalla, un par de piñas, una que otra patada, se entrelazaron y antes de caer al piso el peladito parece darle un par de rodillazos en la cabeza. Dieron un par de vueltas por el barro, y se volvieron a poner de pie. Ya estaba sorprendido por el aguante del peladito. “Está durando más de lo esperado”, me dije para adentro, ya que no podía intercambiar miradas con nadie, todos estaban absortos con lo que sucedía. Otra vez se volvieron a entrecruzar, y el Peladito le agarra la capucha del buzo, y mientras sus contrincante trataba de liberarse de esta trampa mortal todos sus golpes se dirigieron a al cabeza de su oponente. Finalmente cayeron al piso y el Hiphopero pudo deshacerse de su buzo. El Peladito le bailaba enfrente bamboleando su trofeo de guerra, sin encontrar respuesta alguna.

Ya no me sorprendía la valentía del Peladito, sino más bien la valentía infundada del Hiphopero. Si sos tan malo como para ir a buscar a un chabón que está sentado en un parque sin hacer, y en un principio trata de esquivar el pleito, tenés que tener más condiciones. No podés quedar arruinado a los tres minutos de lucha sin haber prestado resistencia alguna.

El Peladito ya parecía satisfecho, el Hiphopero sólo tenía que admitir su caída estrepitosa y retirarse, no sólo derrotado, sino también boludeado. Pero para placer de todos los que nos llenábamos los ojos con este espectáculo, arremetió a matar o morir, y como era de esperar murió. Cayeron detrás de una ligustrina. No se podía ver qué pasaba, pero el segundón le pedía al amigo del peladito que lo pare, ya no daba para más, eso era abuso, pero no lucía muy convencido, sabía que en su lugar no hubiera hecho nada para detener la destrucción del rival. Cada tanto sobresalía la cara del pelado que con algunos movimientos de hombro me hacían pensar que lo estaba arruinando.

v

Para ese entonces el Amigo ya estaba apurando al segundón y había aparecido el tercero, el de la botella de Gatorade, pero ambos retrocedían con la cabeza gacha y una posición de manos que parecían implorar perdón. El Peladito se cansó de pegarle al Hiphopero, y los dos se pararon. Uno exultante, con el éxtasis propio del vencedor fluyendo por todo su cuerpo; y el otro con su rostro lleno de sangre. El Peladito se acerca al segundón y también lo hace retroceder, siente el poder de sus puños. El Hiphopero que no logra volver en sí, sigue tambaleándose y no atina a irse. ¿Para qué? vuelve el peladito y se despacha con un par de trompadas directas al rostro. Y al ver que no tiene reacción disfruta de hacerlo correr hacía atrás. Le devuelve el buzo, pero no los anillos que recoge del piso.

El Hiphopero, el segundón y el tercero, que su valentía sólo le permitió aparecer cuando todo estaba casi terminado, se van, se alejan como pueden, sobre todo el Hiphopero que arrastra los pies. El Peladito nos mira a nosotros, pone cara de que la obra ha terminado y abre los brazos como esperando los aplausos, a mí se me escapa una sonrisa, como no recibe lo que él espera grita:

- Esos tres son transas. Estaban vendiendo porro y pastillas – y después dirigiéndose a sus vencidos – Tomatelas transa, te re cabio.

Y extendía los brazos y les tiraba besos mientras hacía danzar a su pelvis.

19 de agosto de 2007

No hay peor fea que la que no se deja ver…

Allá se los veía caminar alegres tomados de la mano. Él, un joven apuesto, de cuerpo atlético, perfil de seductor, mente brillante y futuro prominente. Ella, mmm, cómo decirlo, ¿simpática?, no tanto; ¿dulce? es discutible; ¿agradable? no me arriesgaría a hacer semejante afirmación; ¿buena? yyy…, ponele que sí. Él no podía ver desde que se golpeó en aquel partido de rugby donde la categoría menores de 19 "A" del CASI, donde jugaba de apertura, se consagró campeona frente al equipo de Alumni; y ella. lo acompañaba en su recuperación.

Se conocieron hace poco, algo así como dos meses, él ya había sufrido aquel grave golpe en su cabeza, y ella ya hacía un par de años que concurría a la escuela de ciegos para conseguir novio. Como todos la conocían nadie le prestaba atención, ella los miraba como cuando una pantera clava sus ojos sobre su presa, pero nunca le correspondieron una mirada. Un día llegó él, indefenso, dolido, sin esperanzas, y ella clavó los colmillos; fue más comer la carroña que le pasaba por delante antes que una esforzada caza. Por miedo a que su ceguera sea permanente y a no ser aceptado por su anterior grupo de relaciones él se dejo morder.

Empezaron a salir, una, dos, tres, cuatro, 17 veces; y a la semana ya estaban de novios. En muy poco tiempo ella conoció a toda la familia de él, pero él no vio a los de ella. ¡NO!, no sean soretes. No porque era ciego no los vio ¿¡Qué se piensan!? ¡Qué no tengo sentimientos! Sino porque ella no se los quiso presentar, se avergonzaba de la morsa de su viejo, y de la heteróclita bola de carne de su vieja.

Y ahora están ahí, en esa plaza, acaba de recuperar la visión, y ella se ilusiona, le dijo que tenía algo importante para decirle:

- Paula, te cité acá para decirte algo importante, y por teléfono no era lo correcto –mientras le tomaba la mano

- ¿Qué mi amor? – y para si se preguntaba en que dedo le iba a quedar mejor la alianza que estaba a punto de recibir.

- No sé por dónde empezar – en sí sabía, lo que pasaba era que no soportaba que esa mirada melosa que salía de la cosa que tenía enfrente lo tenga como destinatario.

- Empezá por el final entonces – y puso sus labios en posición de beso, se parecía mucho a un caracius telescópico (1) que le habían regalado cuando chico.

- ¡Chau!

- ¿Cómo? ¿Qué estas queriendo decir? ¿Qué te vas?

- Bien, cada vez más inteligente – en ese momento la máquina detectora de ironía estalló.

- ¿Te vas de viaje?

- Sí

- ¿A dónde?

- A San Telmo

- Eso ¿dónde queda? ¿Italia?

- No, Capital Federal. Hoy salgo con los pibes a festejar que recupere la vista, y a tratar de ponerme lo más en pedo que pueda para poder olvidarme de tu cara. Te dejo, esto es todo, que te vaya bien, y que seas feliz con algún otro cieguito ingenuo.



(1) Pececito de ojos saltones, que posee una rara combinación entre una belleza tranquilizadora y una extrema fealdad, que a veces es la única cosa que aparece en esa rara combinación.

17 de agosto de 2007

Vamos de Paseo ¡Pi!, ¡Pi!, y ¡Pi!


* Son cornudos porque llegan tarde a sus casas debido a los terribles embotellamientos. Entonces sus esposas aprovechan para empernarse a cualquiera que pase por ahí. ¿Ahora lo entendieron?

16 de agosto de 2007

9 de agosto de 2007

La belleza animal me da hambre, y la humana ganas de comer...













Nada es verdadero

si yo no lo veo,

vos me decis que el color de tu tanga es rojo
pero yo no lo creo.

Mostrame para que vea
y así más te quiera.

¡Dale! No seas arisca

mirá que esta mano te pellizca.


Y tus tetas no son de verdad,
¿A ver? dejame tocar.

Ves que me mentis
¿Cuando vas a entregar?

Te juro que mi amor es sincero

por una noche con vos yo muero.

No es sexo y nada más,

también un pete y algo por atrás.

Algunas malas lenguas dirán que estoy necesitado,
pero yo te digo que estoy enamorado.
Los vídeos pornos de mi compu se han borrado

y ya estoy desesperado.

No Arte¡

Viajar en colectivo no es una actividad placentera, no porque el que lo conduce es un ser sin sentimientos con mierda en vez de corazón, y caca en vez de cerebro; no porque el estado de las unidades es de una calidad inferior a una porquería; no porque van repletos de gente y vos quedás enfrentado a un señor que hace tres semanas que no se baña; no porque las calles están tan destruidas que rebotás de un lado a otro, pudiendo terminar entre las tetas de una vieja o las nalgas de un plomero; no porque tardan en llegar, a la parada y al destino. ¡No! Por ninguna de estas cosas en particular, sino por la suma de cada una de ellas, que unidas forman un cóctel desmoralizador para cualquiera, que puede causar las reacciones más exorbitantes que uno se pueda, o no, imaginar.

Mario, empleado de comercio, soltero, fanático de las películas de Bruce Willis, se bajaba del colectivo luego discutir con una señora, pelearse con un chabón y escupir al bondyman. Influenciado por un ataque de ira e iluminado por el don de aquellos que pueden crear belleza, cuando el vehículo arrancaba, arrojó una piedra al parabrisas del mismo, haciendo que el puto del chofer pierda el control, pasara por arriba de un taxi en el que viajaba Jorge Rial y cruzara el semáforo en rojo provocando un choque en cadena que involucró a al menos otros 24 autos más. En pocos minutos el ambiente se musicalizó con sirenas de bomberos y ambulancias, llantos de gente y gritos desgarradores de personas que no encontraban alguna de sus extremidades.