¡Hola! Me llamo Damián, me gusta el arroz con azafrán, soy una persona comprometida, esto no es ningún mito, aunque en la facultad no milito, y Milito, player del Zaragoza cuando gambetea la tribuna goza, el otro día se aburrió porque el gran delantero no jugó; jugo de fruta en palito, recitaba una publicidad cuando era chiquito iba con mi tío a la orilla del río, disfrutábamos de las tardes de caza y en la casa María amaza masas, le salían duras y el padre del cura traficaba mazas del Asía, hacía rato que no me ponía a hablar de mí, a veces creo que soy un aparato, como una licuadora, pero sueño con ser una multiprocesadora, se lo dije a la acosadora de mi psicóloga, que haciéndose la moga se abusó y me sacó el buzo porque siento mucho calor, sobre todo cuando estás vos, y esa voz que me llama para acariciar a la llama antes que en la llama la vayan a asar, es el azar que me dejó sin bienes, pero cuando tu vienes sos el as que escondo debajo de la manga, has encontrado el secreto de la felicidad y no lo quieres publicar, haz volar tu imaginación y ponte una hoja a rayar.
Rallar las asperezas mientras te desperezas, el día que recién empieza me meza en la mesa que tiene más corta una pata, mientras en la granja se escucha el cuak de la pata en mi mejilla siento varios muac, ciento veinticuatro besos conté, salvo que me haya perdido por allá cuando la luna halla que el sol ya no está la veo reflejar su cara lisa en las aguas del arroyo, y una lisa salta destruyendo la tranquilidad, veo en su cara de pez la maldad y me arrollo sobre ella para luchar, en la cama llevamos adelante la liza, nunca me comporté como un barón en cuestiones de amor, varón salvaje como un animal siempre dispuesto, cien batallas y ningún golpe al corazón, salvo algún que otro en la sien, pero siempre viene bien un grito de dolor: ¡Ay!,
Ahí cuando todo parece bello es cuando sólo te queda un vello, antes de que el corazón hierva enciende toda la hierba que creció sin razón e infectó tu alma como ¿Cómo no sabés como qué?, ¿qué como? Te dije que arroz con azafrán, y mi nombre es Damián y mientras escucho a Sumo me tomo un zumo de naranja, me siento en el cordón evitando la zanja porque tengo desabrochado el cordón, y no lo quiero mojar, fue algo reciente, pero en el pecho se resiente con una honda dejó una herida profunda y por el éter viaja una onda que lleva la letra de una canción que a algún dios le ora, entonces se hace la hora y ya no quiero hablar más de mí, me siento encerrado en un tubo, pobre el que tuvo que oír lo que tenía para decir, mi discurso es un poco confuso, tal vez algo obtuso es aquel que cree conocer la verdad, nunca vio el mar , perdido en su inmensidad espero una cosa sola, no poder regresar arrastrado a otro lugar por una gran ola.
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